TRABAJO
CON MI NOMBRE:
Mamá escribe mi nombre, contamos cuantas
letras tiene, encierro la primera y última letra.
Escribo mi nombre como puedo y me dibujo.
JUEGO
EL 5 GANADOR:
Materiales: un mazo de cartas (pude ser de
la baraja española o infantil)
Cantidad de jugadores: 4 personas o más
·
Se reparten todas las cartas y
cada jugador coloca su pila boca abajo sin mirarlas.
·
Al mismo tiempo todos los
jugadores dan vuelta la carta y la ponen en
el centro de la mesa.
·
El jugador que tira la carta la
carta con el numero 5 se queda con todas las cartas de los demás jugadores. Si
nadie tira una carta con el numero 5 se vuelve a jugar.
·
Gana el jugador que al
finalizar el juego tenga más cantidad de cartas.
Sugerencias (puede irse
cambiando el numero por otro)
EL
BAILE DEL ESQUELETO:
Este es el baile del
esqueleto,
mueve la cabeza no quedes quieto
y si este ritmo para de sonar
yo me congelo en este lugar...
Este es el baile del esqueleto,
mueve la cintura, no quedes quieto
y si este ritmo para de sonar
yo me congelo en este lugar...
Este es el baile del esqueleto,
mueve las rodillas no quedes quieto....
Cumbia del monstruo
Canticuénticos
Letra y Música: Ruth Hillar
mueve la cabeza no quedes quieto
y si este ritmo para de sonar
yo me congelo en este lugar...
Este es el baile del esqueleto,
mueve la cintura, no quedes quieto
y si este ritmo para de sonar
yo me congelo en este lugar...
Este es el baile del esqueleto,
mueve las rodillas no quedes quieto....
Cumbia del monstruo
Canticuénticos
Letra y Música: Ruth Hillar
Al ritmo de la música
bailamos según nos indica la canción.
Al finalizar jugamos con un
pañuelo, mama me indica que partes del cuerpo debo taparme.
Me tapo la cabeza, las
orejas, el brazo, ¿Cuántos brazos tengo? ¿Contamos juntos los dedos de las
manos? Me tapo las piernas, ahora la panza.
MI CUERPITO Y SUS PARTES:
Mamá dibuja la silueta de mi
cuerpo, en el piso o en hoja de diario.
Yo completo las partes que
faltan en el (ojos, nariz, orejas, boca, dedos, etc.) y también le dibujo la
ropa.
ADIVINANZAS:




Mamá lee las adivinanzas, jugamos a imitar a
los animales, como se desplazan, como caminan, sus sonidos.
Elijo el que más me gusto y lo dibujo.
Invento un nombre para el animalito elegido y
lo escribo como puedo .
TRABALENGUAS:




Mamá me lee los trabalenguas, los
repetimos juntos.
Memorizo el que más me gusto y lo
dibujo.
EL
ESPEJO MÀGICO:
Mamá será la protagonista, que deberá
imitar acciones de la vida cotidiana como: cepillarse los dientes, se,
etc. Yo (niño/a) deberé imitar los
movimientos que ella hace, al mismo tiempo, como si se estuviera viendo en el
espejo.
Pasado un tiempo se intercambian los
roles
Mamá preguntara: ¿qué sonidos podemos
hacer con las partes del cuerpo? por ejemplo (zapatear, aplaudir, silbar, etc.)
Me dibujo en una hoja, mamá lo recorta
en 6 partes. Listo ahora a armar el rompecabezas de mi cuerpo.
JUEGO “LA ESTATUA”:
Al ritmo
de la música bailamos con todo el, cuerpo cuando la música para, nos volvemos
estatuas. A la estatua con la pose más rara se le da un punto.
Recuerdo
los nombres de mi compañeritos, mama los escribe. Me dibujo junto a mis
compañeritos de la sala.
CUENTO:”EL MOUSTRO DE LOS COLORES”
Escuchamos
el cuento, mamá pregunta:¿Cómo se llama el cuento?
¿Por qué
tenía muchos colores el moustro? ¿Qué cosas me pon triste? ¿Y alegre?
¿A que le
tengo miedo?¿Qué me da tranquilidad?
Dibujamos
el moustro lo pintamos y luego mamá le cola el nombre a las emociones
TATETI
:

Podemos fabricarlo
con materiales que tenemos en casa, o también dibujarlo en el piso.
JUGAMOS ALA RAYUELA:
Mamá dibuja la rayuela en piso

ENHEBRADOS
DE FIDEOS:
Podemos utilizar lana, piola tanza, etc
Pueden ser fideos, botones, aros, etc.
(Sugerencias podemos fabricar pulseras y
collares.)
TIRO AL
BLANCO:
Materiales: botellitas descartables de
plástico, o vasos de plástico.
Con papel fabricamos pelotitas.
Ubicamos las botellitas o vasos en fila.
Debo derribar las botellas con las pelotas de
papel. Gana el jugador que tira más botellas.
CONTAME UN CUENTO: PINOCHO
Había
una vez, un viejo carpintero de nombre Gepetto, que como no tenía familia,
decidió hacerse un muñeco de madera para no sentirse solo y triste nunca más.
“¡Qué
obra tan hermosa he creado! Le llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con gran
alegría mientras le daba los últimos retoques. Desde ese entonces, Gepetto
pasaba las horas contemplando su bella obra, y deseaba que aquel niño de
madera, pudiera moverse y hablar como todos los niños.
Tal
fue la intensidad de su deseo, que una noche apareció en la ventana de su
cuarto el Hada de los Imposibles. “Como eres un hombre de noble corazón, te
concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – dijo el hada mágica y agitó su
varita sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió
los brazos y la cabeza.
–
¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto.
–
¿Quién anda ahí?
–
Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al
anciano.
Cuando
logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de tanta
emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano.
Los próximos
días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los niños,
Pinocho debía alistarse para asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus
amigos, así que el anciano vendió su abrigo para comprarle una cartera con
libros y lápices de colores.
El
primer día de colegio, Pinocho asistió acompañado de un grillo para aconsejarlo
y guiarlo por el buen camino. Sin embargo, como sucede con todos los niños,
este prefería jugar y divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar
de las advertencias del grillo, el niño travieso decidió ir al teatro, a
disfrutar de una función de títeres.
Al
verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca
había visto un títere que se moviera y hablara por sí mismo. Sin dudas, haré
una fortuna con él” – y decidió quedárselo. Este aceptó la invitación de
aquel hombre ambicioso, y pensó que con el dinero ganado podría comprarle un
nuevo abrigo a su padre.
Durante
el resto del día, Pinocho actúo en el teatro como un títere más, y al caer la
tarde decidió regresar a casa con Gepetto. Sin embargo, el dueño malo no quería
que el niño se fuera, por lo que lo encerró en una caja junto a las otras
marionetas. Tanto fue el llanto de Pinocho, que al final no tuvo más remedio
que dejarle ir, no sin antes obsequiarle unas pocas monedas.
Cuando
regresaba a casa, se topó con dos astutos bribones que querían quitarle sus
monedas. Como era un niño inocente y sano, los ladrones le engañaron,
haciéndole creer que si enterraba su dinero, encontraría al día siguiente un
árbol lleno de monedas, todas para él.
El
grillo trató de alertarle sobre semejante timo, pero Pinocho no hizo caso a su
amigo y enterró las monedas. Luego, los terribles vividores esperaron a que el
niño se marchara, desenterraron el dinero y se lo llevaron muertos de risa.
Al llegar a casa, Pinocho descubrió que Gepetto no se
encontraba, y empezó a sentirse tan solo, que rompió en llantos.
Inmediatamente, apareció el Hada de los Imposibles para consolar al triste
niño. “No llores Pinocho, tu padre se ha ido al mar a buscarte”.
Y
tan pronto supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto, pero por el camino
tropezó con un grupo de niños:
–
¿A dónde se dirigen? – preguntó Pinocho
–
Vamos al País de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con
nosotros, podrás divertirte sin parar.
–
No lo hagas, Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre,
que se ha ido solo y triste a buscarte.
–
Tienes razón, grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta.
Y
así se fue Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los
Juguetes. Al llegar, quedó tan maravillado con aquel lugar que se olvidó de
salir a buscar al pobre de Gepetto. Saltaba y reía Pinocho rodeado de juguetes,
y tan feliz era, que no notó cuando empezó a convertirse en un burro.
Y tan pronto
supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto, pero por el camino tropezó con
un grupo de niños:
– ¿A dónde se dirigen?
– preguntó Pinocho
– Vamos al País
de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con nosotros,
podrás divertirte sin parar.
– No lo hagas,
Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre, que se ha ido
solo y triste a buscarte.
– Tienes razón,
grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta.
Y así se fue
Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los Juguetes. Al
llegar, quedó tan maravillado con aquel lugar que se olvidó de salir a buscar
al pobre de Gepetto. Saltaba y reía Pinocho rodeado de juguetes, y tan feliz
era, que no notó cuando empezó a convertirse en un burro.
Sus
orejas crecieron y se hicieron muy largas, su piel se tornó oscura y hasta le
salió una colita peluda que se movía mientras caminaba. Cuando se dio cuenta,
comenzó a llorar de tristeza, y el Hada de los Imposibles volvió para ayudarle
y devolverlo a su forma de niño.
–
Ya eres nuevamente un niño bello, Pinocho, pero recuerda que debes estudiar y
ser bueno.
–
Oh sí, señora hada, a mí me encanta estudiar – dijo Pinocho y al instante, le
quedó crecida la nariz.
–
Tampoco debes decir mentiras, querido Pinocho.
–
No, para nada, nunca he dicho una mentira – pero la nariz le creció un poco más
– ¡Y siempre me porto muy bien!
Pero
al decir aquello la nariz le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su
cabeza. Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió
que jamás volvería a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña.
Entonces, él y el grillo decidieron salir a buscar a Gepetto. Sin embargo,
cuando llegaron al mar, descubrieron que el anciano había sido tragado por una
enorme ballena.
Enseguida,
se lanzó al agua, y después de mucho nadar, se encontró frente a frente con la
temible ballena. “Por favor, señora ballena, devuélvame a mi padre”. Pero el
animal no le hizo caso, y se tragó a Pinocho también. Al llegar al estómago, se
encontró con el viejo Gepetto y quedaron abrazados un largo rato.
–
Tenemos que salir cuanto antes, Pinocho – exclamó Gepetto
–
Hagamos una fogata papá. El humo hará estornudar a la ballena y podremos
escapar.
Y
así fue como Pinocho y su padre quedaron a salvo de la ballena, pues estornudó
tan fuerte que los lanzó fuera del vientre y lograron escapar a tierra firme.
Cuando llegaron a casa, este se arrepintió por haber desobedecido a su
padre, y desde entonces no faltó nunca a clases, y fue tan bueno y
disciplinado, que el Hada de los Imposibles decidió convertirlo en un niño de
carne y hueso, para alegría de su padre, el viejo Gepetto, y del propio
Pinocho.
Escuchamos el cuento
Mamá pregunta: ¿Qué era pinocho? ¿De qué
estaba hecho?
¿Quién lo creo? ¿Quiénes son los amigos de
pinocho? ¿Cómo se porto pinocho al principio de la historia? ¿Por qué esta mal
mentir?
Dibujo los personajes de la historia:
pinocho, Gepeto el hada, pepe grillo, el
lobo. Mama me ayuda escribir sus nombres nombre.
Recorto los personajes, le pego detrás un
palito de brochet , helado ,tenedor , etc,
Ahora tengo mis títeres para volver a contar
el cuento.
¿Te animas a cambiarle el final?
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